miércoles, 25 de abril de 2012

Apuntes sobre la festividad de san Marcos (maestra Mari Écija)


San Marcos

El día de San Marcos, en Rute y sus aldeas, se celebra desde tiempo inmemorial. En el libro titulado: “En torno a Jesús Nazareno”, escrito por los ruteños Bartolomé García Jiménez y Manuel García Iturriaga, ya se menciona de cómo se efectuó una rifa en la Fuente Alta el día de San Marcos a principios del siglo XIX para sufragar gastos de la Cofradía del Nazareno de Rute.
En la actualidad, se sigue yendo a este paraje tan entrañable y, además, a otros numerosísimos sitios, como el Pantano de Iznájar, La Noria, El Lanchar,…, constituyendo un encuentro de familiares y amigos, que celebran este día con dulces tan típicos como el bollo de aceite y magdalenas, coprotagonizando “la merendilla” con la torta de bizcocho y “la pavita”, que aunque no es un dulce, forma parte esencial del “canastillo”.
El poeta y cronista oficial de la Villa de Rute, don Joaquín Roldán Martínez, quiso con estos versos unir el buen yantar con la festividad de San Marquillos en un gracioso verso que se titula: “Un Santo”.

Un Santo

-Por tener tiene mi pueblo
un Santo más que ninguno.
-Tú, mira en el Santoral,
Y verás si encuentras uno
Cuya liturgia es tragar
Vino bueno y bocadillos
Que no figure en altar,
Y se llame San Marquillos.
- Pregunta por él en Rute
Y te dirán al mil por mil
Que el día de San Marquillos
Es el veintiséis de abril.

Era tradición en Rute vender por la mañana temprano y por la tarde los dulces que se elaboraban en los distintos hornos. Y en los días previos a la festividad de San Marcos, paseaban con sus cestos las tortas de bizcocho con su flor, las macetitas y demás dulces que adornarían “el canastillo” de la chiquillería. Entre estos personajes que hicieron época se encontraba: “la Ovispa” y “Budias”, al que nuestro poeta Mariano Roldán le dedicó estos versos:

Budias

Bajaba, bobalicón,
Budias, al caer la tarde
Del verano, con su cesto
Cuna del azúcar cande,
Desde el Barrio Alto, donde
El milagro se hizo carne
De alfeñique y pastaflora,
De piononos y hojaldres.
“Dame un dulce, Budias”, listo
Mandaba el niño y, constante,
Budias se espantaba: “¡Hoy, no; mañana!” Y a otra parte
Del pueblo se encaminaba, con sus tesoros de ángel
Depositado en la tierra
De los seres racionales
Por error. “¡Roscos de vino!”,
se vengaba en un alarde
de voz lejos. ¿Budias, cuándo
podremos, sin aplazarse
más el hoy por el mañana,
hartarnos tú y yo de hojaldres,
de roscos, y piononos,
libres ya de malos aires.
   

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